a veces crees estar ayudando...

Pasaba por una mala pasada la pajarita...  Creiamos ayudarla desafarse del pegamento para ratones en que se encontró en el balcón después de una pelea feroz con la vecina...  Margarita froto las patitas con aceite de canola para prevenirlas contra enredarse en las plumitas de la panza como acaba de pasar después de librarla de la trampa.  Y la dejamos un una maseta en el sol, vigilando que no acercara la vieja Campanita quien a vez en cuando aprovechaba de una tortola caída de las ramas después de haber sida vencida en una pelea del territorio para sentirse feroz, salvaje y viva.  Afortunadamente para nosotros y la pajarita, Campana no tomo en cuenta su existencia y tenia tiempo para recuperarse del susto y quien sabe que más.  Pero, por una razón o otra, no cambio del lugar de la maseta la tortola, ni cuando ocultaba el sol.  Noviembre, temporada de enfriamiento, lluvisna y frentes frios.  Se lluvio toda la noche.  Preocupe por el estado de la tortola.  Pero, me tranquilizaba con la idea que los están acostumbrados los pajaros al cambios del clima porque viven en las ramas con vientos frios y lluvia.  La pajarita aguantaria tambien.  La mañana siguiente, cruzando el patio hacia el baño abajo el cielo gris, asomé ala maseta y tome en cuenta la posición extraña ladeada de la pajarita que me hizo pensar en un pato de madera recostado contra unos libros en un librero...  La toque para verificar el cambio irreversable del tortola que faltaba la calidez de la tarde anterior y aleje pensando... ¿en que forma la habiamos ayudado? ¿que fue la diferencia? y yo con la idea que desafarla del pegamento de la trampa fue un acto de buena voluntad entre humanos y pajaros...